Hoy y mañana es día de muertos en México. Ayer fue Haloween, principalmente en Estados Unidos, pero ya en muuuchos otros países, como consecuencia de la globalización ideológica del imperio. Estos dos eventos, que en México casualmente se dan en los mismos días, generan siempre controversia. Bueno, no los eventos en sí, sino la decisión y expresión de lo que se celebra: si celebrar haloween o día de muertos.
Si tomamos en cuenta que la gran mayoría de las acciones que hacemos día a día son consecuencia de lo que otros nos han impuesto, por las buenas o por las malas; me resulta realmente fastidiosa la supuesta rivalidad entre las dos tradiciones y, la lealtad que a fuerza se debe guardar por lo pasado y no por lo moderno.
La identidad de un pueblo no es un concepto estático que ha de reflejar sólo la tradición. No. La identidad es un concepto que refleja los valores sociales, y por lo tanto, como las sociedades cambian, la identidad también lo hace.
Y a decir verdad, ya bastante tradicional me parece México en muchos aspectos, como para cortarse las venas, porque su tradición de muertos se combina con la de otro país. Lo padre más bien, es celebrar el sincretismo, la mezcla, la combinación en el hecho de que las familias hagan altares y den dulces a los niños. Eso es lo padre.
Todo lo que hacemos, es consecuencia del contacto que hemos establecido con otros: lo que hablamos, lo que comemos, como nos vestimos, lo que creemos del mundo, el rol de unos y otros: todo. No son nuestras decisiones, sino que crecimos y aprendimos lo que en un lugar del mundo se consideraba válido y enseñable, y por lo tanto defendible.
Y esto que hoy consideramos como lo obvio de concebir el mundo, no lo será por mucho tiempo, porque de serlo, reflejaría sólo nuestra incapacidad de adaptación a lo nuevo.
Si queremos vivir en el pasado, ya no sólo en tradición sino en todo, para que sea un discurso realmente congruente, pues alejemos la tecnología (con todo lo que ello significa) de nuestras vidas, y hablemos nahuatl y no español, y mujeres no trabajen ni estudien y quédense calladitas criando hijos, que al fin al cabo era lo que se esperaba de nosotras y no compren su ropa y crean todavia que haciendo sacrificios, cualquier dios los premiará (uuppss, esto todavía lo creen).
Así que, a celebrar muertos con disfraz de bruja, y comer pan de muerto (de Europa) con chocolate (de México), y creer que el muerto siente y reconoce, y sobre todo, agradece el altar que le hacemos y que adorna nuestra casa, tanto como las calabazas, luces y todos los otros adornos, que nos alegran en estos días.
Antes de que llegue la navidad, otra fiesta importada, pero que ya asumimos como "nuestra".
La identidad de un pueblo no es un concepto estático que ha de reflejar sólo la tradición. No. La identidad es un concepto que refleja los valores sociales, y por lo tanto, como las sociedades cambian, la identidad también lo hace.
Y a decir verdad, ya bastante tradicional me parece México en muchos aspectos, como para cortarse las venas, porque su tradición de muertos se combina con la de otro país. Lo padre más bien, es celebrar el sincretismo, la mezcla, la combinación en el hecho de que las familias hagan altares y den dulces a los niños. Eso es lo padre.
Todo lo que hacemos, es consecuencia del contacto que hemos establecido con otros: lo que hablamos, lo que comemos, como nos vestimos, lo que creemos del mundo, el rol de unos y otros: todo. No son nuestras decisiones, sino que crecimos y aprendimos lo que en un lugar del mundo se consideraba válido y enseñable, y por lo tanto defendible.
Y esto que hoy consideramos como lo obvio de concebir el mundo, no lo será por mucho tiempo, porque de serlo, reflejaría sólo nuestra incapacidad de adaptación a lo nuevo.
Si queremos vivir en el pasado, ya no sólo en tradición sino en todo, para que sea un discurso realmente congruente, pues alejemos la tecnología (con todo lo que ello significa) de nuestras vidas, y hablemos nahuatl y no español, y mujeres no trabajen ni estudien y quédense calladitas criando hijos, que al fin al cabo era lo que se esperaba de nosotras y no compren su ropa y crean todavia que haciendo sacrificios, cualquier dios los premiará (uuppss, esto todavía lo creen).
Así que, a celebrar muertos con disfraz de bruja, y comer pan de muerto (de Europa) con chocolate (de México), y creer que el muerto siente y reconoce, y sobre todo, agradece el altar que le hacemos y que adorna nuestra casa, tanto como las calabazas, luces y todos los otros adornos, que nos alegran en estos días.
Antes de que llegue la navidad, otra fiesta importada, pero que ya asumimos como "nuestra".
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