domingo, 27 de junio de 2010

Tolerancias sexuales


Ayer fue la marcha gay. O bueno, para ser más específica, fue la marcha del grupo que engloba a la población lésbica, gay, bisexual, transexual, transgénero, trasvesti e intersexual (¿?), que utlizan la siglota LGBTTTI, para nombrarse.
Durante más de 6 horas tomaron una parte de la ciudad de México, y desfilaron por algunas calles de la ruta ya establecida para marchar (Ángel - Zócalo). En algunos tramos, los metieron por vías alternas, para tratar de controlar un poco el jaleo que estaban armando.
El objetivo de esta marcha, sigue siendo según sus propios organizadores, el mismo de años anteriores: "el sentido urgente de sensibilizar a la población de su presencia, y generar acciones para erradicar la homofobia".
En un país, en donde según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, el 48% de la población no estaría dispuesta a permitir que en su casa viviera un homosexual, en donde el 45% de los homosexuales dice haber sentido discriminación al menos una vez, y en donde, más importante aún, los valores tradicionales son eminentemente machistas, está difícil que a través del tipo de marcha que han venido haciendo todos los años (ésta es la número 32) logren generar en la población la tolerancia necesaria que están buscando, y a la cual tienen absolutos derechos, como cualquier otro grupo minoritario.
La marcha contiene algunos hechos extremos: camiones adornados con colores llamativos, llenos de personas desnudas, o casi; o en otros casos, los mismos camiones, pero esta vez con personas simulando (en el mejor de los casos) escenas sexuales explícitas, generalmente sadomasoquistas; trasvestis tocándose entre ellos, o a algún observador distraído; mucho silicón; y sobre todo, mucho senos y penes al aire.
Todo esto, a mi parecer, lo único que confirma en la población es que los grupos homosexuales son perversos, perturbados, y sobre todo, mal ejemplo para el resto de los mortales.
Creo que la tolerancia a la que tienen derecho, no la van a encontrar de esa manera. Muy por el contrario, cada vez será más fácil establecer el estereotipo barato, del que precisamente quieren desligarse.
Apoyo firmemente la tolerancia a los grupos gays. La decisión íntima de cómo un adulto encuentra el placer, debe ser asunto de él y de nadie más. Sea heterosexual, homosexual, o cualquier otra categoría de las mencionadas al comienzo.
Trabajo en eso todo el tiempo con mis estudiantes: el que una persona encuentre el placer sexual con otra persona de su mismo sexo, no lo hace merecedor del desprecio público, ya que en la intimidad cada quien debe ser libre de crearse y sobre todo reproducirse, sus propias fantasías.
Sin embargo, esa tolerancia que trato de transmitir se ve entorpecida, por acciones como las de la marcha, en donde los homosexuales practican y generan la misma intolerancia por la que ellos están peleando.
Creo que las acciones deberían estar enfocadas en eventos menos distractores, y sobre todo, menos estereotipantes. Y tal vez así, poco a poco se podría ir educando a la población heterosexual, en la aceptación de otras preferencias sexuales.

PD: "La foto que acompaña mi texto, es de la marcha de ayer. Me pareció un grupo excelente, digno de ser fotografiado. Por lo irónico y lo creativo. ¿Qué creen ustedes?"
Foto: Ronaldo Schemidt / AFP

viernes, 25 de junio de 2010

Pasiones mundialeras


Nací y crecí en un país en donde el fútbol no es considerado el deporte nacional. Ese lugar lo ocupa el béisbol. Responsable de emociones cardíacas durante cuatro meses al año.

Jugar beisbol es lo natural. La mayoría de los niños tiene desde pequeños, un guante, un bate y una pelota. Y en cualquier espacio, con condiciones o sin ellas, se juega beisbol.

Sí hay algunos estados,en donde el fútbol está mucho más presente. Pero si generalizamos el gusto, tomando en cuenta la cantidad de seguidores, podemos confirmar que el béisbol es el deporte que mueve las pasiones en Venezuela.

Sin embargo, cada cuatro años, no nos quedamos por fuera de la influencia televisiva y del marketing en general, y nos incluimos en las emociones de los mundiales de fútbol, a pesar de que nunca hemos estado representados como país. Durante esos días, aflora la herencia europea que recibimos en la década de los cincuenta, y apoyamos a los equipos de Italia, Portugal o España; o en todo caso, si no tenemos a Europa en nuestros antecedentes, apoyamos a los poderosos de América Latina, generalmente Brasil o Argentina. La idea es celebrar, no quedarnos por fuera de lo que en ese momento es considerado importante.

Antes del mundial Corea 2002, se comenzó a invertir en la selección venezolana. A la par, que se generó una esperanza en la población. Lo que hizo que poco a poco la vino tinto fuese teniendo seguidores (muy necesarios a la hora de decidir si se sigue invirtiendo o no), y ponerse la playera de la selección se convirtió en la moda del momento.

La selección no fue al mundial ni en el 2006 ni en el 2010. Según he oído de amigos que siguen su participación en las preliminares, todavía les falta nivel: van bien pero juegan mal.

Por lo que en los respectivos mundiales, otra vez se ha tenido que recurrir a la herencia o al concepto de latinoamericanos, muy usado en época de mundial, y que ya después ni se menciona, y mucho menos importa lo que suceda en cada uno de los países que conforma esa región del continente. La idea otra vez es, celebrar. No quedarnos por fuera. Tener un motivo para ser felices, para sufrir, sentir, angustiarnos, es decir, para vivir.

Ahora vivo en México. Que sí juega futbol. Que sí va al mundial. Y definitivamente la dinámica es mucho más intensa, de lo que pude haber vivido antes. Porque ya es real, no es prestada.

El mundial de Alemania 2006, no lo observé demasiado, porque me estaba estrenando como mamá, y eso ocupaba todos mis sentidos. Pero, este mundial, sí que he tenido tiempo de vivirlo con más inclusión, en mi trabajo, en mi colonia, en mi ciudad, y sobre todo, a través de mi hijo.

En los tres partidos que ha jugado México, puedo afirmar de manera generalizada que se ha parado el país. El primer juego, que fue casualmente el juego inaugural del mundial, todos estaban pendientes de verlo: en los trabajos dieron oportunidad de no trabajar esas dos horas, en las escuelas no hubo clase durante el partido, y en en todas partes había televisores para poder disfrutar del primer juego. Fue empate. No hubo motivo para celebrar, pero tampoco para sufrir.

El segundo juego, con las mismas condiciones paralizantes tuvo un marcador diferente. México ganó 2 a 0. Ahora sí había motivos para celebrar. Todos estaban eufóricos y eléctricos. La ciudad se paralizó hasta muy tarde, porque por todos lados había gente gritando y bebiendo. Incluso mi hijo, cuando lo recogí ese día en la escuela, era el niño más feliz, y el que más sabía de fútbol: quiénes habían metido los goles, cuántos puntos tenía México ahora, cómo estaba la situación de Francia. Y sólo tiene 4 años.

Con el tercer juego, en idénticas condiciones de observación, el marcador terminó con derrota para México. Y aunque había frustración en los seguidores, había un sentimiento de conformismo, porque igual pasaban a octavos. Ese día, cuando recogí a mi hijo en la escuela, me dijo que "México perdió porque los uruguayos eran unos tramposos y se le encimaban a los mexicanos y les hacían bolita, y los señores no decían nada."

Definitivamente la experiencia es diferente en cuanto a la vivencia, pero igual de distractora de todo lo que sucede en el propio país y en el resto del mundo. Durante un mes, lo que importa es el fútbol, me guste o no me guste, lo entienda o no lo entienda. Hay un motivo para no pensar en la rutina, menos interesante o estimulante, pero real a fin de cuentas.

Es como si fuese una telenovela, con sus personajes y sus historias truculentas, pero que me aislan del mundo real, y me ubican en un lugar en donde otros sufren, pero que me permiten compartir sus alegrías. Mucho más sencillo, y sobre todo, muchísimo más atractivo.

Vamos a ver qué pasará el domingo, que México juega contra Argentina. Por lo pronto, ya mi hijo me dijo que "seguro México pierde, porque los argentinos son iguales de tramposos que los uruguayos".


jueves, 24 de junio de 2010

Elogio a la mujer brava

Tengo pendiente escribir sobre fútbol.

Aclaro: no pretendo hacer análisis deportivos de por qué unos equipos ganan y otros pierden, sino más bien platicarles sobre las pasiones extrañas que despierta el fútbol, específicamente los mundiales.

Sin embargo, una compañera de trabajo me envió este artículo de opinión de un ensayista colombiano, que está realmente interesante (el texto, no el señor)

Se los comparto:

Elogio a la mujer brava.

Héctor Abad

A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter duro y decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, locas, amargadas, etc. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas "fieras" que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran “no más usted me avisa", siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo pasional (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias). Un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con él.


A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan y sólo hacen el amor cuando hay verdadero amor de por medio. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa, más dignidad y quizá por eso mismo todos los machistas les tememos.


Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ellas ya no se dejan chantajear con la manutención, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Por eso hoy salen a trabajar, a luchar, son fuertes y decididas. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres y tienen todo el derecho de no serlo.


Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, son ellas las que te lo darán.


Los varones machistas, somos animalitos todavía y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas insulsas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes y excitantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos. Esas mujeres nos atraen, nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.


¡Vamos hombres, por esas mujeres bravas!



martes, 22 de junio de 2010

No más redes sociales



Tenía tiempo con ganas de comenzar con esto de escribir en mi propio espacio, hacer mi propio blog pues, pero siempre, por una u otra razón lo dejaba para después.
Me era suficiente leer lo que escribían mis amigos en sus blogs, y creo que me sentía un poquito apantallada de no poder hacerlo tan padre como ellos. O sentía que, no había un evento lo "suficiente interesante" como para comenzar.
Bueno, creo que ese momento llegó: me aburrí del facebook y el twitter no me llena.
Cuando entré al facebook, lo hice motivada por el chisme, he de reconocerlo. En ese momento era padre enterarme de la vida de algunas personas que tenía mucho tiempo sin ver: revisar sus fotos, su información, sus comentarios, etc. Sólo que con el paso del tiempo, cuando ya habías hecho todo lo anterior, el facebook se fue convirtiendo en una cosa tan requete aburrida, que ya era insostenible ni siquiera como distractor. Lo importante ahora era hacerte fan de algo o alguien, o jugar uno o varios de sus jueguitos, o hacerte "amigo" de cualquiera para acrecentar tu popularidad, o aventártelas de filósofo y poner comentarios "profundos y originales", o peor aún, subir fotos de cualquier cosa que hacías, sólo para demostrar que tu vida no era tan aburrida como el resto del mundo sospechaba.
No por favor, no más. Ya se me acabó la paciencia.
Pensé que con el twitter iba a ser diferente, pero no. Para mí el twitter es, en esencia, una de las caras aburridas del facebook: comentarios sobre lo que haces, o lo que mencionaba anteriormente, comentarios pseudo filósofos, sobre la cotidianidad.
A menos que estés en prensa, el twitter no tiene ningún sentido. Debes conectarte con una frecuencia igual de enfermiza que con el facebook, y revisar por algunos minutos valiosos, lo que los demás comentan y publican.
Me aburrí, muchísimo más rápido que con el facebook, porque ni siquiera tuve etapa de enamoramiento.
Decidí, y menos mal entonces que ocurrieron los aburrimientos comentados, escribir en mi propio espacio, que aunque sigue siendo público, pues tiene un carácter diferente.
Iré comentando sobre esos acontecimientos que, antes no me parecían tan relevantes,pero que mirándolos bien mirados, son suficientes, para escribir sobre ellos.
Les dejo pues, las palabras anteriores, y nos vemos pronto, en donde les comentaré sobre mis vivencias fútbol-mundialeras de estos días.
¡Saludos!