lunes, 18 de julio de 2011

La felicidad, mi felicidad

Estaba en el metro, con la mente en cualquier lugar, cuando uno de los múltiples vendedores me sacó de la nada en la que estaba, para ofrecerme un CD de a sólo 10 pesitos, que me daría las herramientas para ser feliz.
El CD contenía diez pasos ¡sólo 10 pasos! que había que seguir, cual dieta rigurosa, que me llevarían directo a sentirme feliz, no sólo po un momento sino para siempre.
¡órale!
Era exactamente como todos esos productos milagrosos que venden por la tele, que sin hacer ningún esfuerzo pueden hacerte delgado, sano, hábil, y cualquier otro resultado que se les ocurra a los del marketing.
Por supuesto no compré el CD, pero me puse a pensar en mi felicidad, no en la felicidad como abstracción, sino en cuándo fui feliz por última vez.
Para empezar creo que no puedes ser feliz siempre, no es una actitud pues. Si tienes o eres algo siempre, se convierte en lo cotidiano, y lo cotidiano no es precisamente lo que nos hace feliz. Mas bien pienso que la felicidad son pequeños momentos, grandiosos y diferentes, que contienen todo eso que en nuestra realidad mental nos causa placer, y que por ser pasajeros y breves, son tan diferentes al resto de los otros momentos de nuestra vida.
Y es precisamente que por ser tan poco comunes, son tan valiosos, y sobre todo, son recordados con tanta melancolía.

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Era un martes de nuestras vacaciones, y estábamos rodando por las diferentes playas del caribe mexicano. Vemos una que no tenía mucha gente y allí nos estacionamos. Ronald y Emiliano deciden meterse a la playa a pesar de que está un poco intensa, pero querían practicar lo de saltar olas, y para eso la playa estaba perfecta. Yo me quedo en la arena con las cosas. Era la encargada de tomar las fotos y "cuidar" la hielera. Destapo y me tomo la primera cerveza, que siempre sabe mejor que las siguientes. Me acomodo en la arena y huelo el mar profundamente. Siento la brisa marina en mi cara. Oigo las risas de mis amores y los veo que se divierten.
Es decir, todos mis sentidos experimentaban la mejor sensación.
En ese momento fui feliz. Me acuerdo de haber estado consciente de ello. De pensar: si alguien me preguntara ahora mismo, puedo responder con absoluta certeza: "en este momento soy feliz"

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No necesito del CD para alcanzar la felicidad. Ya sé qué me hace feliz: mi marido y mi hijo, una buena playa y la primera cerveza. No necesito más.

jueves, 16 de junio de 2011

Política, región IV


Tengo un becario, que cuando uno le pregunta qué quiere ser cuando sea grande, responde muy ufano: quiero ser presidente.
La primera vez que lo escuché, no pude dejar de experimentar un deseo de apretujarle los cachetes y decirle: ¡chiquito hermoso! por lo inocente que me pareció su respuesta. En esa oportunidad, su respuesta me sonó a la de los niños, que cuando le haces la misma pregunta, salen con: quiero ser bombero, quiero ser policía, o como me dijo un día mi hijo: quiero ser cajero del walmart, porque tienen mucho dinero y pueden comprar las golosinas que siempre tienen cerca.
Muchas veces después, le he hecho la misma pregunta a mi becario, y lejos de haberse arrepentido (hay tantos motivos para hacerlo) y haber cambiado de opinión, pareciera que sigue más convencido que nunca. Pareciera incluso, que estuviera puliendo la idea y se encuentra afinando detalles de logística de su gobierno.

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Ayer fue el segundo debate entre los candidatos a gobernador por el Estado de México. Absolutamente más de lo mismo: propuestas increíbles, y no por grandiosas sino porque ni ellos mismos se las creen, y un deseo profundo de fregar (por decirlo bonito) al otro. Pareciera que la única manera que tienen de sobresalir, no es haciendo propuestas reales para el ciudadano promedio, sino demostrando que no se tiene un pasado taaaaaaan obscuro como el del contrincante.
Total, que con debate o sin él, las clases bajas (la gran mayoría de los votantes) votarán por el candidato del PRI que es el que ha prometido, regalado y fotografiado más, pero no porque represente una oportunidad real de mejorar la calidad de vida de millones de personas. Ya de entrada sabemos, que eso no ocurrirá.
Y no sólo se sabe con él, se sabe de antemano con los otros candidatos. Tenemos la certeza absoluta de que el que llegue al poder, local o nacional, no va a preocuparse por generar oportunidades equitativas para vivir TODOS una mejor realidad, sino que va a enfocarse en sus beneficios y en el de los que estén cerca de él.

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Sabrá mi becario que para llegar a ser presidente, no es cuestión de prepararse mucho académicamente, como él inocentemente cree, sino de ir buscando un padrinote, tipo Peña Nieto, que le enseñe a prometer sin ninguna vergüenza, a mentir con absoluta desfachatez, a regalar para no solucionar, a eliminar al contrincante de la manera que sea; en fin, que le enseñe las reglas básicas de cómo se juega a la política, si se juega a ganador.
Mi becario es rubio, ojos azules, de buen parecer. Con esto y aprendiendo lo anterior (y bueno, si se casa con alguien del mundo de espectáculo, mejor) ya tendría frente a mí, al próximo presidente de las elecciones del 2030.

martes, 7 de junio de 2011

Ausencias :(

Pues aunque no es más que una simple excusa, ultimamente he tenido muchísimo trabajo, por lo que no he dedicado nada de tiempo en escribir en éste, mi blog.

No es que no haya tenido temas, sino que no he tenido el tiempo que implica el desarrollarlos.

Prometo un pronto regreso.

Seguro.

Citando a mis amigos: "Mejoraremos"

viernes, 21 de enero de 2011

Prácticas intolerantes, disfrazadas de creativas.



Presten atención a este proyecto académico que se lleva a cabo en muchas instituciones educativas:

Resulta que en la mayoría de las escuelas de secundaria y preparatoria (entre otros lugares) andan preocupados por el altísimo número de embarazos en adolescentes, por lo que han llegado a la conclusión de no sólo platicarlo en clase, en cualquier hueco que se pueda, sino que han ideado un proyecto que les permite a los jóvenes entender la enorme responsabilidad de traer un bebé al mundo y de cómo este hecho te cambia la vida.

El proyecto es: una pareja de chavo - chava recibe un o dos huevos, ya sin nada adentro, y el estudiante debe asumir durante dos meses que ese huevo es su hijo; es decir, deben cuidarlo, vestirlo, llevarlo para todos lados, generarle un ambiente de bebé (cunita, carriolita, juguetitos), etc., de tal manera que entiendan que si la vida se vuelve tan distinta, por decirlo de alguna manera, por el hecho de tener un huevobebé, debe de ser infinitamente peor, si el huevo fuese un niño real.

Hasta ahí va bien, digamos que un poco abstracto el asunto de creer que el huevo es tu hijo, pero bueee. Algo se te ha de quedar en la cabeza.

Lo que me parece horrible es lo que acompaña al hecho de tener al huevobebé por unas semanas: como todos venimos de un hombre y una mujer, pues un estudiante hace de papá y una estudiante hace de mamá. Se reparten responsabilidades de cuidado y "gastos".

Peeero esos padres, no sólo deben cuidar al nuevo integrante de la familia, sino que deben crearle un contexto familiar y deben dejar constancia fotográfica de todo eso. Deben casarse, con evidencia fotográfica de traje blanco y fiesta; deben irse de luna de miel (con foto), deben bautizar al huevobebé, deben hacerle fiestas de cumpleaños, llevarlo a una escuela, con foto, foto y foto. Es decir, deben hacer de mentiritas todos los rituales "normales" por los que debe pasar un niño para volverse un integrante estándar de nuestra sociedad.

¡¡¡¡¡!!!!!

¿Cómo es posible que, como dicen en mi pueblo, queriendo hacer una gracia les salga una morisqueta?

En estos tiempos que vivimos, en donde lo diferente y alternativo forma parte de la normalidad, donde mucha gente no se casa, donde las familias no son precisamente una mamá y un papá, sino que existen muchos tipos de familia en función de sus integrantes, donde no todos los niños son bautizados; es decir, en una sociedad en la que existen numerosas alternativas para vivir la vida, me parece triste y absurdo seguir vendiendo un único modelo de adultez.

Porque ese proyecto que tiene como objetivo explícito el de generar conciencia con respecto a los embarazos no deseados, lleva como objetivo implícito el condicionamiento de que existe sólo un modelo de ser adulto, y eso, en mediano y largo plazo genera intolerancias hacia la diversidad, que es precisamente una de las características fundamentales de las sociedades actuales.

Si seguimos vendiendo un sólo estilo de ser adulto, pues entonces fomentaremos actitudes negativas a lo que no entra en ese único modelo. Y la idea debería ser, generar en nuestros hijos, apertura hacia lo diferente, ya sea en nuestra propia cultura o en otras, y no precisamente seguir generando posturas ideológicas totalitarias y absolutistas.


El lema debería ser: bienvenida la diferencia y la autodeterminación de cada quien, de vivir como se le plazca. Hablando en términos individuales, no sociales, aclaro.


miércoles, 5 de enero de 2011

Año nuevo, vida... ¿igual?

Comienza un nuevo año y, como siempre, comienza repleto de buenas intenciones. Como si nos convirtiéramos en otras personas, que ahora sí vamos a hacer lo que otras veces hemos prometido y prometido, y nunca hemos cumplido.

Voy a hacer ejercicio, voy a comer menos, voy a darle duro al inglés, voy a ser más ordenada, voy a ser más antiparabólica con todo lo que no controlo, voy a , voy a....

¡NO!

Prometerme eso, es garantizarme nuevamente el sentimiento de frustración, por el incumplimiento de lo prometido. Porque para poder hacer todo eso, me tengo que convertir en una persona que no soy: mis ganas de hacer ejercicios llegan al miércoles de cada semana, igual que las buenas intenciones de dieta, igual que el inglés, mucho más con el orden, e infinitamente más con la indiferencia del mundo exterior.

Por lo tanto, este año me he prometido algo que sí puedo cumplir, porque no implica volverme otra, sino que sí está en mis manos:

¡Este año quiero estar más tiempo con mi hijo y esposo!

No más. Con que logre eso me sentiré completamente realizada, y no me sentiré ni culpable ni triste de que pasa y pasa el tiempo, y mi chiquito se pone grandote, y mi esposo y yo trabajamos y trabajamos.

Quiero verlos, besarlos, abrazarlos, oirlos. Y tener tiempo para pasear y descansar juntos, sin sentir que el tiempo nos controla la vida, sino que logramos escaparnos de él.

De esa forma, todo estará en su justo lugar.