Creo que he de comenzar asumiendo públicamente lo que he comentado varias veces, de manera más íntima: me gusta la literatura latinoamericana. En general. Sin aclaraciones. Hablan de un mundo que yo conozco, de un entramado simbólico que no sólo se me hace fácil de comprender, sino que me gusta identificar y saborear. No es que no lea literatura de otros continentes, ni traducidas de otras lenguas de origen que no sean el español, sino digamos que me gustan los personajes que piensan y viven la cotidianidad, como se hace en este lado del mundo. He leído algunas cosas de África, y he sentido lo mismo: un mundo caótico en el que los personajes están lejos de la estructura "racional" como ordenador del día a día.
Por esta razón, y no por un absurdo sentido de nacionalismo latino, me parece muy festejable que Vargas LLosa se haya ganado el nobel.
Recuerdo que leí La fiesta del chivo apenas salió a las librerías, y durante mucho tiempo fue el regalo con el que expresé mi cariño en las fechas de regalos obligatorios. Me parece un libro maravilloso. Que refleja de manera perfecta una sociedad caribeña.
.....
A mi papá, que es asiduo lector y, por el que me viene la obsesión por los libros, no le gustaba Vargas LLosa. ¿La razón? Se había atrevido a criticar a su ídolo: García Márquez. Al parecer en algún momento el primero expresó abiertamente que el segundo no era buen escritor, sino que sólo se aprovechaba de contar lo que otros le habían contado, y pues que así cualquiera. Lo cual, de ser cierto, es completamente discutible, porque una cosa es contar lo que te cuentan, y otra muy distinta, hacer un libro tan maravilloso como 100 años de soledad.
Por este prejuicio familiar, cuando comencé a leer a Vargas LLosa, digamos que ya estaba sesgada: era un envidioso de la calidad del ídolo, y pues eso era malo malo.
Pero, menos mal que no me dejé llevar por el prejuicio paterno, y pude disfrutar de muchos de sus primeros libros, a los que dediqué buenas leídas y releídas.
.....
Ahora, como bien dice la conocida frase popular: una cosa es una cosa, y otra cosa es otra osa. Políticamente hay algunas posturas neoliberales que no me gustan como modelos de vida. Pero eso, no le quita lo bailado como escritor. Basta con leerlo con otra postura y ya. Al fin y al cabo, un ensayo bien escrito, a pesar de que sea sobres posturas diferentes a las mías, es un disfrute igual para el cerebro.
.....
Hay un capítulo del libro: La verdad de las mentiras, en el que relaciona la literatura con la vida, que es absolutamente espectacular, como estrategia de venta estudiantil, del porqué leer es, ya no digamos padre y disfrutable porque suena muy nerd, sino absolutamente necesario para entender el pasado que nos dio origen y el futuro al que nos dirigimos.
.....
Resumiendo: leer a Vargas Llosa, aprovechando que estará de moda un buen tiempo. Ahora, lo interesante sería, aprovechar el ánimo lector y seguir leyendo; y disfrutar así de esa actividad que nos lleva de viaje sin salir de casa y sin consumir ninguna droga.
Por esta razón, y no por un absurdo sentido de nacionalismo latino, me parece muy festejable que Vargas LLosa se haya ganado el nobel.
Recuerdo que leí La fiesta del chivo apenas salió a las librerías, y durante mucho tiempo fue el regalo con el que expresé mi cariño en las fechas de regalos obligatorios. Me parece un libro maravilloso. Que refleja de manera perfecta una sociedad caribeña.
.....
A mi papá, que es asiduo lector y, por el que me viene la obsesión por los libros, no le gustaba Vargas LLosa. ¿La razón? Se había atrevido a criticar a su ídolo: García Márquez. Al parecer en algún momento el primero expresó abiertamente que el segundo no era buen escritor, sino que sólo se aprovechaba de contar lo que otros le habían contado, y pues que así cualquiera. Lo cual, de ser cierto, es completamente discutible, porque una cosa es contar lo que te cuentan, y otra muy distinta, hacer un libro tan maravilloso como 100 años de soledad.
Por este prejuicio familiar, cuando comencé a leer a Vargas LLosa, digamos que ya estaba sesgada: era un envidioso de la calidad del ídolo, y pues eso era malo malo.
Pero, menos mal que no me dejé llevar por el prejuicio paterno, y pude disfrutar de muchos de sus primeros libros, a los que dediqué buenas leídas y releídas.
.....
Ahora, como bien dice la conocida frase popular: una cosa es una cosa, y otra cosa es otra osa. Políticamente hay algunas posturas neoliberales que no me gustan como modelos de vida. Pero eso, no le quita lo bailado como escritor. Basta con leerlo con otra postura y ya. Al fin y al cabo, un ensayo bien escrito, a pesar de que sea sobres posturas diferentes a las mías, es un disfrute igual para el cerebro.
.....
Hay un capítulo del libro: La verdad de las mentiras, en el que relaciona la literatura con la vida, que es absolutamente espectacular, como estrategia de venta estudiantil, del porqué leer es, ya no digamos padre y disfrutable porque suena muy nerd, sino absolutamente necesario para entender el pasado que nos dio origen y el futuro al que nos dirigimos.
.....
Resumiendo: leer a Vargas Llosa, aprovechando que estará de moda un buen tiempo. Ahora, lo interesante sería, aprovechar el ánimo lector y seguir leyendo; y disfrutar así de esa actividad que nos lleva de viaje sin salir de casa y sin consumir ninguna droga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario