miércoles, 20 de octubre de 2010

¡Salud por mi chiquito!

Tuvimos reunión el viernes pasado, en la escuela de Emiliano. No hubo ningún motivo en especial. Entrega y discusión de las primeras evaluaciones.
La evaluación es una serie de criterios, como 100 (no exagero) que dice todo lo que debe hacer al cumplir el periodo escolar, por lo tanto va reflejando lo que ya hace y lo que está aprendiendo, pero que debe quedarle claro para cuando se acabe su kinder 3.
Cuando recibimos y revisamos la evaluación en la casa, pues no tuvimos grandes problemas: todavía no suma y resta de dos cifras: ajá; que no guarda siempre silencio: ajá (eso nos alegra, en lugar de preocuparnos); que algunas veces no permanece sentado: ajá (nos sigue alegrando), y que sí hace esto y que sí hace lo otro.
Total, nada de qué preocuparnos.
Fui a la reunión yo sola, porque Ronald se quedó con Emiliano que andaba con mocos y no había ido a la escuela.
Cuando entro a la dirección, lo primero que me pregunta la miss (aquí es así, cual miss Venezuela) es que cómo va Emiliano, y yo pongo cara de que bien, todo normal. Y ella me dice: no señora disculpe, es una pregunta hecha, qué me va a decir de él, si nosotros lo vemos aquí todos los días, y es de verdad excelente.
Primera sonrisota mía.
Luego me dice muchas cosas increíbles. De todo lo que hace, de su actitud, de su compañerismo, de su etc.
Ya yo paso de la sonrisota al borde del llanto.
Y remata la reunión, con la frase: "yo no sé qué están haciendo, pero síganlo haciendo, porque es un verdadero placer darle clases a niños como Emiliano."
Pues ya lloré.
Salí de la escuela y le hablé a Ronald, que pensó que por la lloradera, me había pasado algo, y le dije todo lo que me habían dicho.

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Es increíble llorar de felicidad. De sentirse inmensamente dichoso en la vida. Y no es porque me hablaran de buenas calificaciones, que créanme no es lo que me interesa, sino que me chulearan a Emiliano en todos los sentidos. Es de verdad, extasioso.
Nosotros, por los momentos, seguimos sin respuesta para la pregunta de qué le hacemos. Creo que son muchas cosas: un niño de más de bueno, unos papás que lo adoran y se lo hacen saber implícita y explícitamente, estimulaciones académicas y sociales, y etc. No sé, no sabemos.

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Total que no era sólo amor de padres de ver a nuestro hijo tan requete bien ¡es que está realmente bien!
!Salud mi chiquito! Por ti, por ser cómo eres, y por hacernos sentir tan inmensamente felices y orgullosos. Te adoramos

viernes, 8 de octubre de 2010

Vargas LLosa


Creo que he de comenzar asumiendo públicamente lo que he comentado varias veces, de manera más íntima: me gusta la literatura latinoamericana. En general. Sin aclaraciones. Hablan de un mundo que yo conozco, de un entramado simbólico que no sólo se me hace fácil de comprender, sino que me gusta identificar y saborear. No es que no lea literatura de otros continentes, ni traducidas de otras lenguas de origen que no sean el español, sino digamos que me gustan los personajes que piensan y viven la cotidianidad, como se hace en este lado del mundo. He leído algunas cosas de África, y he sentido lo mismo: un mundo caótico en el que los personajes están lejos de la estructura "racional" como ordenador del día a día.
Por esta razón, y no por un absurdo sentido de nacionalismo latino, me parece muy festejable que Vargas LLosa se haya ganado el nobel.
Recuerdo que leí La fiesta del chivo apenas salió a las librerías, y durante mucho tiempo fue el regalo con el que expresé mi cariño en las fechas de regalos obligatorios. Me parece un libro maravilloso. Que refleja de manera perfecta una sociedad caribeña.

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A mi papá, que es asiduo lector y, por el que me viene la obsesión por los libros, no le gustaba Vargas LLosa. ¿La razón? Se había atrevido a criticar a su ídolo: García Márquez. Al parecer en algún momento el primero expresó abiertamente que el segundo no era buen escritor, sino que sólo se aprovechaba de contar lo que otros le habían contado, y pues que así cualquiera. Lo cual, de ser cierto, es completamente discutible, porque una cosa es contar lo que te cuentan, y otra muy distinta, hacer un libro tan maravilloso como 100 años de soledad.
Por este prejuicio familiar, cuando comencé a leer a Vargas LLosa, digamos que ya estaba sesgada: era un envidioso de la calidad del ídolo, y pues eso era malo malo.
Pero, menos mal que no me dejé llevar por el prejuicio paterno, y pude disfrutar de muchos de sus primeros libros, a los que dediqué buenas leídas y releídas.

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Ahora, como bien dice la conocida frase popular: una cosa es una cosa, y otra cosa es otra osa. Políticamente hay algunas posturas neoliberales que no me gustan como modelos de vida. Pero eso, no le quita lo bailado como escritor. Basta con leerlo con otra postura y ya. Al fin y al cabo, un ensayo bien escrito, a pesar de que sea sobres posturas diferentes a las mías, es un disfrute igual para el cerebro.

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Hay un capítulo del libro: La verdad de las mentiras, en el que relaciona la literatura con la vida, que es absolutamente espectacular, como estrategia de venta estudiantil, del porqué leer es, ya no digamos padre y disfrutable porque suena muy nerd, sino absolutamente necesario para entender el pasado que nos dio origen y el futuro al que nos dirigimos.

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Resumiendo: leer a Vargas Llosa, aprovechando que estará de moda un buen tiempo. Ahora, lo interesante sería, aprovechar el ánimo lector y seguir leyendo; y disfrutar así de esa actividad que nos lleva de viaje sin salir de casa y sin consumir ninguna droga.