jueves, 29 de julio de 2010

Calgary II: Cerveza mmmmm


Todo aquél que me conoce un poquito más allá del saludo, sabe que adoro profundamente la cerveza.
No tomo otra cosa. Vivo en la tierra del tequila, y no me gusta. Vengo de donde se hace el mejor ron, y tampoco me gusta.
Sólo tomo cerveza.
En México, ha sido un verdadero placer el poder degustar de muy buenas cervezas y a excelentes precios.
Y si de pronto uno se ha querido poner exquisito, hay tiendas en donde puedes comprar cervezas de otros lugares del mundo, ya no a tan buenos precios, pero sí puedes tener acceso a cervezas locales de otros países.


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He disfrutado mucho de nuestra estadía en Canadá. Pero un factor determinante que ha movido la balanza para el lado del placer, ha sido el poder disfrutar de cervezas realmente deliciosas, absolutamente locales.
Hemos probado cervezas de trigo, de miel, de arándano, más suaves, más oscuras, cremas, etc.
Y todas han sido realmente espectaculares.
Claro, el precio es incomparable con el tercer mundo:
En México, 6 cervezas cuestan 5 dólares. Aquí lo más barato ha sido 13 dólares, y eso sin contar con el carísimo impuesto que se debe pagar.
Digamos que, nuestro consumo se visto un poco mermado, pero hemos podido mantener ritmos mexicanos. Lo cual, ha convertido al viaje en un verdadero placer.

¡Salud!

domingo, 18 de julio de 2010

Calgary I: transporte público

vs

En México, utilizo el transporte público, todos los días laborables. Así llego al trabajo, así me voy del trabajo. Invierto dos horas diarias de mi vida, en semejante asunto. Pero, muy por el contrario de parecerme una cosa realmente horripilante, a mí gusta: otro se preocupa por el tráfico, mientras yo veo por la ventana o sencillamente, me hecho unos sueños increíbles, con los que me bajo completamente renovada.
En Calgary, debemos tomar los autobuses si queremos movernos a cualquier lugar. Todo funciona para que tengas carro. Si no, la única opción es el autobús, que se conecta con una pequeña línea de metro.
El sistema de transporte es eficiente, limpio, puntual, pero nadie habla con nadie y el chofer sólo mueve la cabeza para "decir" sí o no.
Extraño el jaleo del transporte mexicano, he de reconocer.
El día antes de venirme, cuando iba en mi camión, que iba medio lleno, porque era la hora de salida de algunos trabajadores de la zona, un señor quiso bajarse por la puerta de atrás, y le dio al botoncito para avisarle al chofer que le abriera la puerta. Le dio otra vez, y otra vez, y como la puerta no se abrió, le gritó al chofer para que la abriera. Éste muy campante respondió que la puerta estaba mala, que había que chiflar para que él oyera, que nos disculpara, pero que se le había olvidado poner el aviso: FAVOR DE CHIFLAR.
Extraño eso.
Lo limpio, puntual y eficiente, no me llena. Refiriéndome al transporte, en especial, y a muchos otros aspectos, en general. De ellos estaré hablando en estos días.


jueves, 1 de julio de 2010

Once años

Una tarde de Junio de 99, cuando todavía éramos estudiantes, alguien propuso que nos fuéramos a tomar unas cervezas en el bar de siempre (el que nos acompañó durante toooda la universidad). No me acuerdo qué compromiso tenía yo, el caso es que les dije que sólo iba un ratito, porque tenía que estar más tarde en otro lado.
Unas mesas más allá, estaba Ronald con sus amigos. Éramos conocidos, pero no amigos.
A medida que se fue haciendo de noche, su grupo y mi grupo se fueron reduciendo, por lo que decidimos unirnos. A estas alturas, ya mi compromiso lo había cancelado. Y él había regresado (se había ido, porque también tenía algo qué hacer, pero había encontrado mucho tráfico).
El grupote inicial de los suyos y los míos, también se fue haciendo pequeño, por lo que decidimos irnos a mi casa a seguirla allá. Yo en esa época tenía un departamento completo a mi disposición. Había rentado sólo un cuarto, pero la señora se había ido a vivir a Estados Unidos, por lo que tenía todo un departamento a precio de cuarto.
A partir de esa noche en mi casa, y tomando en cuenta las coincidencias mencionadas, comenzó una historia que todavía hoy se sigue contando.
El fin de semana pasado cumplimos 10 años de casados, y once de estar juntos. Para asombro de los que pensaban en esos días, que sólo era una locura del momento, y que no nos daban ni un fin de semana más.
Hemos pasado por muchas cosas en estos 11 años juntos. La relación inicial, de locura y necesidad intensa, se fue transformando poco a poco, en una relación estable que nos ha permitido estar juntos, creciendo como pareja, pero apoyándonos en el crecimiento individual. Yo creo que ésa ha sido una de las fortalezas que nos mantiene juntos.
Esta cosa de vivir en pareja, es algo complicado, he de asumir. Podríamos pensar que es un poco contra natura. Es decir, vivir con una persona, ya no sólo los momentos de escape de la realidad, sino tenerla ahí todo el tiempo, viviendo la monótona cotidianidad.
Leí en un artículo científico una vez que, en los primeros días y meses, de la relación amorosa, las áreas del cerebro que están involucradas con las emociones, actúan similar a las situaciones de demencia temporal. Los individuos se comportan de manera ansiosa, descontrolada, y absolutamente desconcentrados.
Explicaban en ese artículo que esta situación, no dura mucho tiempo, porque el cerebro no podría resistir tanto desgaste por un tiempo prolongado. Y es entonces cuando viene, la dura realidad. En donde vemos a la otra persona tal y como es, y en donde por supuesto, nos ven a nosotros, tal y como somos. Puede pasar que en ese examen real ya no aprobemos, y entonces, sea el momento de tomar algunas decisiones importantes. O que, por el contrario, apliquemos ya no tanto la emoción, sino la razón, y se siga junto a la otra persona, a pesar de no verla como el ser maravilloso de los primeros días.
El amor es una compleja mezcla de biología y cultura. Biologicamente, tenemos un cuerpo capacitado para experimentar emociones intensas. Sudamos, tenemos palpitaciones descontroladas, no dormimos, reímos, lloramos, etc., por otra persona, que despierta en nosotros dichas emociones. Pero es la cultura la que influye, casi al grado de determinar, muchos de los aspectos importantes relacionados con el amor: de quién nos enamoramos, cómo nos debemos enamorar, cuáles son las etapas del amor, cuál es el rol que debe seguir cada uno, qué esperar, etc.
Uniendo todos esos aspectos, es casi como una lotería, sentir "amor" por una persona, y que también ella lo sienta por nosotros. Y despertar ya no sólo todas las emociones intensas mencionadas, sino que de paso represente, lo que culturalmente se espera del amor.

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Tomando en cuenta tal complejidad, es un gran motivo de alegría, estos 11 años juntos, que se traducen en la legalidad, en 10 años de matrimonio. Y, que si los pongo en una balanza, y a partir del resultado, tomo una decisión, ¡definitivamente quiero más!
Ha sido una aventura increíble, que espero se siga repitiendo por muchos años más.
¡Te amo cosita linda!

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La foto es de uno de nuestros primeros viajes. En Veracruz. Hace 10 años.
¿Tampoco nos vemos muy cambiados, o sí?